Frontis de pileta
Pieza anónima
Piedra tallada
76 x 60 x 13 cm
Siglo XVIII
El agua fue esencial durante la Colonia, especialmente desde el momento de fundación de ciudades en suelo americano. Para garantizar el abastecimiento de este recurso a la población, muchas ciudades se fundaron cerca de ríos. Sin embargo, era necesario llevar el agua hacia los puntos más concurridos de las nacientes urbes para que esta pudiera aprovecharse más fácilmente. Por ello, desde la llegada de los españoles, se construyeron redes de acueducto que se construían a partir de atanores, tubos de cerámica cocida que, al unirse, formaban un sistema de tuberías.
Estas tuberías estaban dirigidas en su mayoría a pilas o cajas públicas; en pocos casos se contó con sistemas privados. Entonces, era necesario pagar por el acceso al punto de agua y construir un sistema que permitiera llevar el líquido hasta el lugar deseado. Por esto, solo quienes contaron con los recursos suficientes, incluidas las órdenes religiosas, pudieron acceder a este tipo de facilidades.
Por su tamaño, este Frontis de pileta de la colección del Museo Colonial posiblemente acompañó una pila pequeña usada para almacenamiento del agua potable. El tubo, visible en la boca del sol representado en esta pieza, era la última parte del sistema hidráulico y por donde brotaba el agua. La representación del sol puede asociarse a la figura de Cristo, por lo que, tal vez, la pileta, acompañada de este frontis, estuvo ubicada al interior de una edificación de carácter religioso.
Antes de que llegaran los europeos, las comunidades indígenas ubicadas en lo que después sería la Nueva Granada no utilizaron sistemas de tuberías, por lo que debieron tener un manejo distinto de las aguas y del territorio mismo. Los muiscas, por ejemplo, al ocupar la Sabana de Bogotá, una zona de un suelo arcilloso, con presencia de encharcamientos, lagos y humedales, y además con inundaciones estacionales, debieron crear sistemas de drenaje del agua y campos elevados de cultivo, o camellones. Esto generó un patrón particular de ocupación del territorio, basado en una red de caminos de agua que pudo ser aprovechado de distintas formas.
Por un lado, los camellones sirvieron como medio de obtención de recursos, entre ellos la pesca y caza de animales que habitaron estas aguas, y la recolección de arcilla y juncos para la construcción de muros y techumbres, o como sistema de defensa. A su vez, fue considerado como un espacio de carácter sagrado, pues allí se celebraron diversas ceremonias religiosas y se realizaron ofrendas a las deidades muiscas. Tras la llegada de los europeos a este territorio, el sistema de camellones se sustituyó por otras formas de cultivo y tuberías para el manejo del agua.