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Obra anónima de atribución neogranadina 

Madera tallada y policromada 

61 x 32 x 12 cm 

Siglo XVIII 

 

 

La Virgen de las Mercedes fue una advocación mariana de gran importancia en el territorio americano. Su origen se remonta al siglo XIII, cuando los musulmanes saqueaban las costas españolas y esclavizaban a los cristianos llevándolos a África. Según la leyenda, en la noche del primero de agosto de 1218, la Virgen se le apareció al rey de Aragón Jaime I, al dominico Raimundo de Peñafort y al comerciante francés Pedro Nolasco. Estos tres individuos buscaban liberar a los cristianos cautivos, por lo que el hecho sirvió para formalizar su trabajo, pues la Virgen solicitó a Nolasco la creación de una orden religiosa que diera alivio, merced y libertad a los numerosos prisioneros. Contando con el apoyo del rey aragonés y del fraile Peñafort, Nolasco fundó en Barcelona la Orden de la Merced, que dio origen a la correspondiente advocación mariana.

 

Desde sus inicios, la Virgen de la Merced tuvo gran difusión en Europa. Con la evangelización de los nativos americanos, tras la llegada de los españoles a su territorio, esta iconografía se difundió a través de la orden mercedaria. 


La escultura en madera de la colección del Museo Colonial representa a esta devoción mariana según su iconografía tradicional. Definida apenas en el siglo XVI, con el Concilio de Trento (1545-1563), dicha iconografía se basa en los atributos propios de la Orden: túnica y capa blancas y un escapulario sobre el pecho. Un Niño Jesús, vestido con atuendos idénticos a los de la Virgen, parece reposar en la mano izquierda de María, cuyo gesto sugiere que ofrece su hijo a los fieles. 


La posición de la mano derecha de la Virgen lleva a pensar que en algún momento la escultura mariana sostuvo otro de los atributos propios de esta iconografía, como las cadenas o el grillete, símbolos del cautiverio de los fieles cristianos. Otro posible atributo pudo ser un cetro, con el cual se suele representar a la Virgen como reina. Es posible que, con el pasar de los años y los diversos movimientos que ha tenido la obra, este elemento se haya extraviado. 


La devoción hacia esta advocación mariana continúa vigente aún hoy; en Colombia se la considera patrona de las personas privadas de su libertad. Entre los católicos, su festividad se celebra el 24 de septiembre.