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17 de julio de 2025, 6:00 p. m.

Mantra, instalación de Jerónimo Villa, propone un camino hacia una espiritualidad universal. En obras anteriores, el artista exploró moksha, principio hinduista alusivo a la liberación espiritual y a la iluminación. En esta muestra, trabaja con la palabra sánscrita mantra, que designa ciertas combinaciones de sonidos, palabras o frases sagradas que se repiten con la intención de alcanzar estados meditativos o espirituales. 

Villa abstrae la práctica meditativa del mantra recurriendo al lenguaje de la geometría y a la incorporación de patrones. Al hacerlo, posibilita momentos de introspección que facilitarían el encuentro con lo sagrado o el atisbo de lo trascendente, considerándolo como un elemento esencial de la experiencia del ser humano, independientemente de si se pertenece o no a un credo específico. La repetición de los materiales y del gesto establece ritmos visuales que oscilan entre lo geométrico y la apertura a encontrar un espejo de figuración. La abstracción sobre la que se fundamenta la muestra —minimalista en ejecución; poética en resonancia— explora a profundidad las posibilidades físicas, metafóricas y narrativas de tres materiales. 

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El sonido sordo e insistente del Mantra de Villa, nos entrega ecos de cada plegaria y rezo pronunciados siglos atrás en este espacio cargado de historia. La redundancia cobra un sentido especial por el significado de los materiales. Cientos de tiras de papel de lija se despliegan en los treinta metros de la nave central de la antigua iglesia de Santa Clara. A modo de hilos, numerosos fósforos, pequeños custodios de un potencial fuego, unen cada uno de los cortes que se imbrican en la obra. Cada franja es un renglón, una frase, una oración que se repite y se une a la siguiente mediante hilos que en su interior albergan una posible muerte. Los fósforos, en su función de hilo, sanan las rasgadas lijas, cuya aspereza podría hacerlos morir consumidos por un fuego con el que también la repetición llegaría a su fin. La relación entre potencia y agencia es estática en la medida en que, en caso de entrar en interacción, cada elemento desaparecería. 

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En el contexto del Museo Santa Clara, la peculiar relación de las tiras de lija con los fósforos y la madera, resuena con recursos estilísticos que predominaron en la retórica barroca (periodo histórico al que pertenece también la construcción de la antigua iglesia), que abunda en paradojas como “Vivo sin vivir en mí” o “muero porque no muero.1 La relación retórica de la instalación con el espacio ahora secular, otrora sacro, es también de aparente contradicción, de paradoja: cada franja del largo rollo de lija abrasiva es la repetición de una plegaria sanadora. 

Mantra materializa lo invisible, trae a nuestra presencia aquello que no está presente,2 visibiliza el sonido de cantos, oraciones y rezos pronunciados durante siglos desde el coro, por monjas y feligreses, en un cuerpo construido en el que lo sonoro queda atrapado en la agencia de nuestra imaginación. 


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Kora es la segunda obra de esta muestra. Ubicada en el presbiterio, emplea los mismos materiales usados en Mantra. En ella, Villa compone un rollo a modo de rosetón, alrededor del cual podemos caminar, ejecutando así con nuestro cuerpo un movimiento de intención meditativa. Es justamente este el significado de la palabra tibetana kora: ‘circunvalación’, práctica ritual que se realiza alrededor de un objeto sagrado como parte de una peregrinación. 

Así en esta muestra el poder de materiales cotidianos e industriales invocan sonido y movimiento, insinuando un baile de posibilidades que resuenan en el orden de un mantra colectivo. 


 17 de julio de 2025, 6:00 p. m. 
Museo Santa Clara, cra. 8 #8-91, Bogotá D. C.  
Entrada libre. 


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