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Geraard Donck, grabador (firmado)
Grabado iluminado sobre papel
22,5 x 16,5 cm
Segunda mitad del siglo
XVII
Inscripción:
S. IOSEPH


Las estampas o grabados, en muchos casos iluminadas en Europa, comenzaron a enviarse a América desde el siglo XVI y muy pronto circularon en el territorio neogranadino. En los primeros años de su llegada al llamado Nuevo Mundo, fueron utilizadas por los artífices coloniales como referente para sus obras. Procedentes de talleres europeos no peninsulares, gran parte de las estampas venían de Amberes, ciudad que llegó a ser el principal centro comercial del noreste de Europa y que tuvo una estrecha relación con Hispanoamérica. Una estampa de San José que resguarda actualmente el Museo Colonial se sumó a las muchas que llegaron a Santafé entre fines del siglo XVII y comienzos del XVIII. Los grupos de estampas entonces enviados a territorios neogranadinos contenían obras de gran variedad.


El san José que aquí vemos, figura central de esta estampa, es un hombre mayor de barba y cabello café. Pese a que anteriormente se había considerado como una figura secundaria, a partir del siglo XVI comenzó a ser representado individualmente. Uno de los modos más difundidos en los que se le representó, y el que se utilizó en este caso, lo muestra sosteniendo en su mano derecha un ramo de azucenas —atributo iconográfico de este santo que simboliza su pureza y castidad—, mientras carga con el brazo izquierdo al Niño Jesús. Destaca especialmente el que, en esta composición, parecen predominar los lazos sentimentales que se crean entre ambos personajes.


Con las disposiciones establecidas en el Concilio de Trento (1545-1563), la devoción a san José ganó cada vez más importancia en la América colonial, alcanzando su mayor auge en el siglo XVIII. Con la difusión de su imagen, al igual que con la de otras fuentes grabadas, las órdenes religiosas buscaban impulsar un ideal, en este caso, el de la paternidad, en la sociedad de la América española.


Pese a que no se sabe con certeza cuál fue el uso de esta estampa, por su pequeño tamaño se puede pensar que tuvo una función devocional y fue complementaria al proceso evangelizador. Se puede pensar que se ubicó en espacios domésticos, lo cual era bastante frecuente en el territorio neogranadino al ser el tema religioso un elemento primordial en las actividades cotidianas.