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Padre Pablo Señeri S. J.

Traductor anónimo
Imprenta de Joseph Giralt.

Impreso y tinta sobre papel
17 x 11 x 14 cm
c. 1720

 

En la Colonia, las órdenes religiosas conformaron importantes bibliotecas, en las que reunieron libros valiosos. Así lo hicieron los jesuitas, quienes, para el momento de su expulsión de la Nueva Granada, en 1767, habían formado una biblioteca de alrededor de 12 000 volúmenes dedicados, en su mayoría, a temas religiosos. Tal era el caso de obras como los Sacros panegiricos, que versaban sobre sermones. Este ejemplar que hoy alberga la colección del Museo Colonial, se imprimió en Barcelona y para 1842 perteneció al presbítero Francisco Tamayo, según se lee en una de sus páginas.


El autor de esta obra fue el jesuita italiano Pablo Señeri (1624-1694), predicador de la Compañía de Jesús. Sus textos, entre los que encontramos El penitente instruido (1669), El confesor instruido (1672) y El cura instruido (1692), sirvieron para sentar las bases de la misión apostólica de la Compañía. Además de ser manuales de confesión, movían a los lectores a reflexionar sobre los sacramentos, los cuales tuvieron especial influencia en el territorio europeo y americano.


Señeri destacó por sus sermones de tendencia controversial, pues en ellos buscaba apelar a las emociones de los fieles, más que a su racionalidad, para así conmover a quienes le escuchaban. El modelo de sermón propuesto por Señeri fue ampliamente imitado durante la Colonia. Dirigidos directamente a la feligresía, los sermones coloniales eran discursos en español que el sacerdote daba durante la misa con la finalidad principal de promover un modelo de comportamiento y de sociedad cuyo centro fuera la devoción religiosa.


Es de señalar que en estos sermones se intentaba también difundir un contenido político, con el que se apelaba a la sociedad neogranadina a adaptarse a la política imperialista española sin desarrollar ningún tipo de opinión contraria. Sin embargo, durante la Independencia se escribieron sermones apoyando a uno y otro bando: tanto al de los realistas como al de los independentistas, lo que da cuenta de las diversas opiniones que existían entre los sacerdotes.


Quienes daban estos sermones en la América Colonial, eran miembros de las diferentes órdenes religiosas que arribaron a este territorio. Estos religiosos vivían según un modelo de vida ascética que buscaban difundir. Los ayunos, el recogimiento y el silencio, eran prácticas frecuentes entre ellos; estas los acercaban al modelo moral de Cristo. La figura del predicador era considerada un ejemplo de vida para los fieles, por lo que resultaba crucial para el éxito de los sermones.