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Ofrecimiento de la Virgen niña por ángeles
Anónimo
Óleo sobre lienzo
94 x 54 cm
Siglo XVIII


En mayo del presente año, la familia Gallo donó al Museo Colonial cuatro lienzos. El ofrecimiento de la Virgen niña por ángeles es uno de ellos. Este título corresponde a la denominación que recibe una escena poco representada de la infancia de María. La primera mención a la Virgen en la Biblia la tenemos en el episodio de la Anunciación de la llegada de Cristo, antes, no hay ninguna referencia a su historia o su familia. Los datos que proporcionan los evangelistas sobre ella también son escasos. Estas imágenes de la infancia de María, que comenzaron a desarrollarse paralelamente a las representaciones de la infancia de Jesús, se crearon a partir de literatura apócrifa y de algunos textos medievales. El culto a esta figura infantil fue propiciado por la Iglesia católica luego del Concilio de Trento (1545-1563), sobre todo desde principios del siglo XVII.


La escena presentada en este óleo, poco frecuente en el periodo colonial, ocurre luego del nacimiento de la Virgen, tras una milagrosa anunciación del ángel Gabriel. Acongojada por su condición de mujer estéril, santa Ana rezaba continuamente a Dios; en reconocimiento a su fe, Gabriel le anuncia el nacimiento de María. Por su parte, san Joaquín, debido a su falta de descendencia, no podía ofrendar en el día de la fiesta grande del Señor; por esta causa se retiró al desierto, donde ayunó por cuarenta días. En respuesta a esta penitencia, Dios comunicó a Joaquín la noticia del nacimiento de la Niña a través de otro ángel.


El relato de estos hechos induce a pensar que santa Ana tuvo a María en una edad ya avanzada, por ello en las representaciones pictóricas sobre la infancia de la Virgen niña, sus padres aparecen como personajes ya maduros. Esta obra no es la excepción. Así, en la sección inferior izquierda del lienzo, arrodillado junto a la cuna de la Niña, vemos a un san Joaquín de barba y cabello blanco que junta sus manos en oración. A su derecha, está santa Ana, tendida en su lecho, elemento también presente en imágenes de la Natividad de la Virgen. Ambos padres dirigen su mirada hacia arriba, donde dos ángeles elevan a la Niña envuelta en telas blancas frente a la Santísima Trinidad, que se encumbra en el segmento superior de la composición rodeada de nubes y enmarcada por un rompimiento de gloria. El Espíritu Santo despliega sus alas volando en medio de Cristo, sentado a la izquierda, y de Dios, a la derecha. Padre e Hijo hacen con sus manos un gesto de bendición hacia la Niña, sostenida por los ángeles. Esta escena no solo refuerza la concepción postridentina de la Virgen como figura divina y libre de pecado desde su nacimiento, también es una premonición de su futuro como madre de Jesús.