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María Eugenia Trujillo

Madera dorada, bordados, pintura y aluminio repujado

100 x 70 cm

2014


Mujeres ocultas fue una muestra temporal expuesta en el Museo Santa Clara entre el 28 de agosto y el 28 de septiembre de 2014. Allí, la artista María Eugenia Trujillo propuso una reflexión en torno al cuerpo femenino y la constante subyugación y maltrato al que ha sido sometido a lo largo de la historia. Para ello, ubicó en diferentes espacios de la exiglesia clariana objetos que se asemejaban a custodias, celosías y maniquíes.


En los confesionarios se emplazaron cuatro tableros calados. Hechos especialmente para esta muestra, estaban inspirados en las celosías del extemplo. Sin embargo, a diferencia de las celosías clarianas, los tableros de Trujillo no actuaban como una barrera que aislaba a las religiosas del mundo exterior haciéndolas inaccesibles a las miradas de los fieles al tiempo que les velaba a ellas mismas la visión del mundo. Aquí, la artista decidió utilizar estos motivos para otorgarle al visitante una mirada de ese mundo inaccesible de las mujeres en su clausura, evidenciando sus expectativas, necesidades, frustraciones, logros y anhelos.


Sobre un fondo de laminilla de oro que evoca la decoración empleada en los altares para simbolizar la presencia divina, Trujillo dispuso organizadamente doce imágenes, compuestas en técnicas variadas, insertas en estrellas de ocho puntas, replicando así las aberturas de la celosía del extemplo. Por su disposición, estas imágenes deben leerse en sentido horizontal. Con esas pequeñas "ventanas" que especulan la suerte de las pecadoras, las engañadas, las puras y las místicas, Trujillo buscaba acercar al espectador a la vida que presumiblemente llevaban las monjas de clausura durante el periodo colonial.


Las puras o el recinto de las vírgenes, donado por la artista al Museo Santa Clara, hizo parte de la serie de tableros expuestos en los confesionarios. Imágenes de flores y de corazones se insertan al interior de cada estrella. Con estos motivos, la artista idealiza la vida conventual y sus valores, celebra la castidad, la inocencia y la total entrega de la monja tras el matrimonio espiritual, al tiempo que hace referencia a los sentimientos de las religiosas respecto a la privación del amor sexual y la nostalgia de no haberlo conocido o experimentado. Así, este tablero alude a la felicidad y satisfacción que se generaba en las mujeres enclaustradas si acataban las normas que se les imponían, además de entrar vírgenes y permanecer así hasta su muerte, fieles a Cristo, su esposo místico. Finalmente, con las flores, símbolo del alma y elemento central en la espiritualidad de estas mujeres, Trujillo también hace un homenaje a las monjas coronadas en el momento de su muerte.