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Jarrón de san Juan
Anónimo
Plata martillada, repujada, cincelada y calada
59 x 25 x
Ø 15 cm
Siglo
XVIII

Inscripción: S. Juan



La incidencia de la fe católica en la producción y consumo de platería en la Nueva Granada y demás territorios americanos tuvo destacada importancia. Entre el conjunto de piezas eucarísticas, religiosas y devocionales que aloja el Museo Colonial encontramos este jarrón, destinado a remplazar los arreglos florales al interior de las iglesias, pese a la abundancia de flora en el territorio neogranadino. La pieza engalanaba los lugares sagrados por estar labrada en un material noble: la plata, que además de su valor material y simbólico aportaba luminosidad al espacio, pues ampliaba el rango de luz al reflejarla en su superficie.


El Museo conserva una pareja de jarrones dedicados a los apóstoles san Pedro y san Juan, como confirman las inscripciones que se leen en la base de ambas piezas. Este en particular está dedicado a san Juan. Su inscripción se vincula a una fiesta pagana: el solsticio de verano, celebrado anualmente la noche del 21 de junio, fecha de suma importancia en todos los territorios hispánicos y en diversos lugares de Europa. Esta fiesta, junto con la de san Pedro, se celebra como una sola, práctica extendida en España y Colombia.


Un jarrón de asas verticales da soporte a la placa ornamental que destaca por el alto nivel técnico en el cincelado, repujado, calado y martillado que posibilitaron una compleja ornamentación. El estilo de la pieza remite al Barroco, en especial por los arabescos y por la figura antropomorfa que se aprecia en la parte central de la lámina. Esta figura recuerda a las canéforas, personajes femeninos que en la antigua Grecia se consagraban a los templos y llevaban sobre la cabeza una canasta sagrada en la que portaban ofrendas florales durante las ceremonias religiosas. La imagen antropomorfa muestra también ciertos rasgos angélicos, como el cuerpo delgado, el rostro juvenil y el cabello ondulado, lo que hace que la pieza trascienda su función de ornato.


En la iconografía de la pieza resaltan las flores de granada, que representan la resurrección, y que también podrían simbolizar al territorio neogranadino. Se aprecia en la pieza el anagrama del nombre de Jesús, IHS, ubicado en la parte superior de la placa. Gracias a este anagrama puede inferirse que este jarrón y su compañero pertenecieron a la orden Jesuita, pues es precisamente este el sello de la Compañía, con el que además suele ser representado san Ignacio de Loyola, fundador de dicha orden.