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Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos (atribuido)

Pigmento negro sobre papel

21 x 30 cm

Primera década del siglo XVIII


En 1942, El Museo Colonial adquirió por compra una de sus colecciones fundacionales: la colección Carlos Pardo. Con ella ingresó al acervo un conjunto de 106 dibujos entonces considerados de autoría de Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos, afamado pintor santafereño. Sin embargo, una investigación reciente desarrollada por la historiadora del arte Alessia Frassani, apunta a que apenas un par de dibujos fue ejecutado por Vásquez, mientras que la mayor parte de ellos estarían datados en diferentes momentos del siglo XVIII y habrían sido ejecutados por los seguidores del pintor. Según Frassani, durante la Colonia, todos estos dibujos sirvieron muy posiblemente como elementos de producción y reproducción de obras pictóricas, y como estudios o ejercicios sueltos útiles al aprendizaje de los artífices del momento, quienes con ellos se familiarizaban con diversas técnicas.


Lo cierto es que, aunque muchos de los dibujos del Museo pueden asociarse directamente a obras atribuidas a Vásquez, bien sea porque fueron copias o calcos de pinturas suyas o bien porque funcionaron como herramientas para trasladar imágenes del papel al lienzo, de los 106 dibujos del conjunto, solo uno lleva su firma: el Ángel Forjador. Estudio de manos y pies, por su parte, puede atribuírsele, pues en él se identifican rasgos de estilo característicos de este artífice: la composición, la representación de las telas, el escorzo del pie y el sombreado en la planta del mismo. Es de observar que esta última técnica no aparece en otros dibujos del conjunto.


Muy probablemente, este dibujo funcionó como una herramienta de estudio que permitiría a los aprendices comprender diferentes ángulos en que pueden representarse manos y pies, al igual que el comportamiento de las telas que acompañan estos segmentos corporales, su caída y los pliegues que se generan a partir de los gestos propios de estas partes del cuerpo. También pudo tratarse de un breve repertorio de bocetos que sirvieron como herramientas para reproducir fiel y rápidamente ciertas fórmulas anatómicas y fisionómicas comúnmente utilizadas en los talleres coloniales. El uso de dibujos y composiciones de este tipo para estudiar partes del cuerpo particularmente difíciles y rasgos de segmentos específicos de la cara, como los de bocas y orejas, fueron de uso común entre los artistas de Europa y América durante los siglos XVII y XVIII. Con ellos se buscaba maestría para lograr representaciones del cuerpo humano realistas y anatómicamente correctas.