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​Gilberto Granja

Madera con barniz de Pasto

44 x 33 x 41,5 cm

2016

 

En la colección de mobiliario del Museo Colonial hay una pieza contemporánea en cuya factura se aprecia la pervivencia de una técnica ornamental de origen indígena. Se trata de un Bargueño donado al Museo en 2016 por el maestro Gilberto Granja. Junto con su hijo, el maestro Granja trabaja en uno de los más de treinta talleres que en la actualidad se dedican a continuar y difundir el barniz de Pasto, un oficio único cuya preservación se ve hoy amenazada por procesos como el desarrollo industrial y la deforestación.


La técnica empleada en el recubrimiento de esta pieza consiste en aplicar una resina obtenida de un árbol que crece en el piedemonte amazónico colombiano, el mopa-mopa, nombre con el que también se conoce a esta técnica ancestral. Tras recolectar las semillas de esta planta, se transforman en esferas compactas o en láminas que se sumergen en un recipiente de agua hirviendo. Así, toman una consistencia espesa, similar a una goma. A continuación, el mopa-mopa se muele hasta obtener una pasta homogénea que, posteriormente, se tiñe con diversos pigmentos minerales, animales o vegetales, según las decoraciones a realizar. Para que haya una mayor integración con los pigmentos, la resina vuelve a hervirse. Luego, el barniz se amasa y se templa con la boca y las yemas de los dedos para darle el espesor y transparencia deseados. Tras formar una lámina delgada, esta se adhiere al objeto que se desea decorar, definiéndose las formas ornamentales con un objeto cortopunzante.


Pese a la gran importancia y singularidad de este tipo de barnizado, ha de tenerse en cuenta que en la elaboración de piezas como el Bargueño de nuestra colección participan también otros artífices, entre ellos los artesanos que ensamblan los objetos en madera y los recolectores de las semillas.


La técnica del barniz de Pasto tuvo sus orígenes en el periodo precolombino, pues según diversos estudios arqueológicos se han encontrado restos de semillas de mopa-mopa datadas hace más de mil años, las cuales se ubicaron en ajuares de tumbas de personajes importantes de la región sur de Colombia y su frontera con Ecuador. Más adelante, con la llegada de los españoles a la Nueva Granada, el barniz de Pasto fue reconocido por los cronistas y sus usos fueron descritos en sus textos de manera detallada. Por su belleza y similitud con las lacas provenientes de Asia, esta técnica fue muy apreciada en el territorio americano, donde se utilizó para la ornamentación de objetos de variada naturaleza, que posteriormente fueron comerciados en ciudades como Cuzco, Lima y Quito.


Durante el periodo republicano, hasta la década de 1940, el barniz de Pasto tuvo una notable disminución en su nivel productivo, comercial y simbólico, por lo que se comenzaron a dejar de lado los motivos florales que habían tenido un importante auge en el periodo colonial y que mostraban un influencia indígena y europea. Se optó entonces por un estilo en el que predominaban motivos geométricos y monocromáticos, que los artesanos vinculaban con una idea de tradición. Incorporando este estilo los artesanos buscaban abrirse paso en un nuevo mercado dirigido hacia turistas nacionales y extranjeros. A partir de 1968, se fundó Artesanías de Colombia, donde, sin dejar de lado la simetría y la armonía cromática se retomó la aplicación de motivos florales y el uso de colores vivos en la ornamentación, características presentes en nuestro Bargueño.


El largo proceso de cambio que ha tenido esta técnica tradicional, junto con sus orígenes ancestrales, hicieron que desde el 2020, tras las acciones impulsadas por diversos especialistas y por el Ministerio de Cultura, fuera reconocida por la Unesco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.


La palabra bargueño que da nombre a esta pieza remite a un mueble cerrado en su frente por una tapa abisagrada. Tras ella, quedan ocultos cajones y receptáculos que se usaban para guardar objetos de distinta naturaleza, como papeles, implementos de escritura, joyas, pequeñas imágenes de devoción, entre otros. Pese a que este término comenzó a ser utilizado en el siglo XIX para designar esta tipología de escritorios y a que siguió siendo frecuente en estudios y exposiciones de mobiliario de la segunda mitad del siglo XX, según estudios recientes, es un nombre que no debe aplicarse a mobiliario colonial. Sin embargo, al ser esta una pieza contemporánea, fue el mismo artista quien la tituló con este nombre. Este Bargueño está en exhibición permanentemente en la Sala 5 de nuestro Museo.