El Salvador Niño
Pieza atribuida a Baltasar Vargas de Figueroa
En los muros del Museo Santa Clara se encuentra la pintura El Salvador Niño, una iconografía que deriva del mismo tema que muestra a Jesús adulto, bendiciendo con la mano derecha y sosteniendo con la izquierda un orbe, símbolo asociado por la religión católica al poder de Cristo sobre el mundo. Este tipo de imágenes aparecieron desde el siglo XIV y se difundieron en las dos centurias siguientes por los talleres flamencos, llegando también a territorio americano. Mediante este tipo de imágenes, además de ver a Cristo como salvador del mundo, iconografía que se refuerza con la representación de una serpiente a sus pies, también se le reconoce como la suma de la belleza masculina, pues su rostro se considera un reflejo de su interior.
Pese a que aquí se retrata a Cristo en su etapa de infante, esta iconografía estaba más relacionada con su edad adulta, especialmente con la Pasión que sufriría años más tarde. Esto está estrechamente relacionado con las formas en las que fue entendida la niñez durante lo que conocemos como periodo colonial: entonces no se consideraba que esta fuera una edad de fragilidad física, de vulnerabilidad emocional o de desarrollo cognitivo. La existencia de los niños es poco comentada en fuentes documentales de la época y solo en contadas ocasiones se les describe. Considerados un triunfo de la vida, los nacimientos suelen ser los hitos más documentados de las infancias coloniales. También se registraban puntualmente los bautismos, que se recomendaba hacer pocos días después de nacer, debido a la alta probabilidad de mortalidad infantil, condicionada por los escasos conocimientos médicos y la falta de asepsia en los partos.
Resulta común en la Colonia, la constante vinculación entre la vida de los niños y la de los adultos mediante el trabajo. Desde muy temprana edad, los niños debían trabajar; pocas veces tenían la posibilidad de ir a la escuela. Fue solo hasta principios del siglo XX cuando se comenzaron a comprender las necesidades propias del desarrollo de los niños, generándose un movimiento que dio pie a la aprobación diversas normas y encuentros internacionales que buscaban proteger mejor las infancias. La Declaración de Ginebra de 1924, la Declaración de los Derechos del Niño de 1959 y la Convención Internacional de los Derechos del Niño, de 1989, son ejemplos de estas iniciativas.
En Colombia, solo con la Constitución Política de 1991 se reconoció a los niños como sujetos de derecho. Pese a que la ley protege a los niños, oenegés trabajan diariamente a lo largo y ancho de Colombia, e instituciones como el Instituto de Bienestar Familiar (ICBF) lideran programas de protección de las infancias. Sin embargo, estos esfuerzos aún resultan insuficientes, por lo que alzar la voz por la niñez y visibilizar estas problemáticas resulta necesario para generar cambios urgentes en nuestra sociedad.