Inicio de sesión

Pieza del mes - Noviembre 2018 - Museo Colonial

Ana Dantés de Olivera

Anónimo

Óleo sobre tela

70 x 95 cm

Siglo XIX


Una de las formas de conservar la memoria de un difunto en la época colonial era mediante los retratos post mortem. En estas imágenes de reyes, emperadores, nobles, religiosos y niños representados en su lecho fúnebre, se ofrecía una reflexión en torno a la muerte y sus enseñanzas. Por lo general, estos retratos se ubicaban en espacios domésticos o conventuales de gran tránsito, pues su imagen transmitía un mensaje para las diferentes personas que recorrían estos lugares. Así, por ejemplo, en los claustros, el retrato fúnebre de un religioso era testimonio de una vida ejemplar y un modelo a seguir. Otro ejemplo lo dan las imágenes de niños recién fallecidos, pues su posición dentro de la casa era un recordatorio de la inocencia infantil de una persona que aún muy joven había fallecido.


Uno de los enigmas más grandes alrededor de estas imágenes es el de la identidad de los retratados. En algunos casos, estas representaciones pictóricas tienen inscripciones que nos permiten conocer la identidad de la persona; en otros, solamente podemos suponer quién es el sujeto presente en el retrato. Dentro de estas suposiciones queda abierta la pregunta de por qué dedicar un retrato post mortem a esta persona.


Un ejemplo de retrato post mortem presente en el Museo Colonial puede apreciarse en este óleo sobre tela de inicios del siglo XIX que representa a una mujer en su lecho mortuorio. Ataviada con la vestidura fúnebre típica del momento, la retratada sostiene una cruz entre sus manos. Al ser una imagen con pocos detalles, el retrato enfatiza el rostro de la recién fallecida, representada con semblante tranquilo, casi como si estuviera durmiendo.


Pero, ¿quién es la retratada? Por el momento creemos que se trata de Ana Dantés de Olivera (?-1804). La información biográfica disponible no es mucha, pero la que hay nos indica que fue una de las mujeres más importantes de su momento. Una pista de lo anterior la encontramos en el texto Crónicas de Bogotá (1913), del escritor Pedro María Ibáñez (1854-1919). Ibáñez menciona que Ana Dantés llegó a Santafé junto con su esposo, el oidor Juan 


Hernández de Alba, a mediados del siglo XVIII, y que murió el 14 de noviembre de 1804 en dicha ciudad. El mismo autor nos indica que este personaje y su familia estuvieron involucrados en el ajetreado clima político de finales del periodo colonial.


El caso del retrato de Ana Dantés deja abiertas muchas preguntas: ¿quién comisionó su efigie?, ¿quiénes podían verla? ¿Qué espacio ocupaba dentro de la casa de la familia Hernández de Alba? ¿Es posible que su retrato estuviera junto con otros de otros miembros de su familia, como el de su esposo e hijo que actualmente se expone en la Sala 4 del Museo Colonial?, y más importante aún: ¿qué nos dice su imagen fúnebre?, y ¿por qué el momento de su muerte fue el escogido para su retrato?