"Totalidad" - William Velázquez
Lugar: Museo Santa Clara
Fecha: Del 9 de junio al 31 de julio de 2011
Esta exposición fue un esfuerzo conjunto entre el Museo Iglesia Santa Clara, el Servicio Cultural de la Embajada de Francia en Colombia, la Cámara de Comercio de Bogotá, el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLALC), el Museé-Atelier du Verre à Sars-Poteries (Conseil Général-Départament du Nord), la Fundación Bettencourt-Schueller y la Corporación Museo del Vidrio de Bogotá.
Con el uso de la lenta y delicada técnica de la pasta de vidrio –que necesita paciencia y un gran rigor de ejecución como en la construcción de las relaciones humanas, que es el fundamento de su trabajo–, Velásquez invitó en ‘Totalidad’ a regresar a la esencia, al origen, a las propias raíces, así como a las del mundo que nos rodea.
A través de la armonía de formas simples y puras, el artista evocó las relaciones entre el hombre y lo espiritual, la materia y la divinidad. Investigando en la totalidad de las posibilidades de alianzas de estas formas universales, él nos ofreció 18 esculturas en las cuales la pureza y el imponente tamaño respiran la humanidad y la espiritualidad. Aquí, todo es orden y belleza, plenitud y totalidad.
En este marco, la percepción del universo, del mundo, del hombre, de la vida y del espíritu para Velásquez, reside en estas formas de base, evocadoras de los valores fundamentales de los cuales él quiere avivar la creencia y la existencia.
Según él, estos valores de tolerancia, de respeto y de amor hacia el prójimo ya no existen, se olvidan o se descuidan fácilmente. El artista se subleva contra esta realidad y quiere regresar a lo primordial, a la esencia de las cosas y del mundo que forma el cimiento de la humanidad.
La fuerza de Velásquez, desde su comienzo, es la voluntad de ir al cabo de las cosas, al cabo de los hombres, traspasando las convenciones y las apariencias, con tal que descubra lo mejor. Porque, de ideal humanista, el artista está convencido de que hay algo bueno en cada hombre.
La simbología de las formas
Con formas sencillas y geométricas, Velásquez aspira a trasmitir sus mensajes de amor, de tolerancia y de respeto, utilizando las tres formas fundamentales: el círculo, el cuadrado y el triángulo, bases de toda construcción y símbolo común a cada uno de nosotros. Él utiliza aquí la totalidad de posibilidades de alianzas de estas formas puras para destacar lo esencial de un mensaje universal.
Utiliza el círculo, el cuadrado y el triángulo pasando de las dos dimensiones a las tres dimensiones, y los ensambla como si fuese un juego de paciencia y de maestría. La construcción con formas de base, se asemeja a las raíces de nuestra educación, a los cimientos o fundamentos que ayudan a evolucionar mejor y a construirse.
Se trata de una diversidad de formas sencillas y puras, que se pueden encontrar en cualquier parte, alrededor de nosotros y en cada civilización. Cada una conserva una gran connotación simbólica mediante la cual William Velásquez llega a abordar las relaciones entre lo humano y lo espiritual, la materia y la divinidad. Por medio de imbricaciones, él transmite un mensaje, cada elemento corresponde a una dimensión, cada forma a un símbolo, que asociados, adquieren toda su amplitud y todo su sentido.
La alianza de las formas por sus imbricaciones produce así mensajes sencillos y humanistas, para un regreso a los origines y a lo esencial. En la sencillez de los sentimientos y de los valores fundamentales, el cuadrado asociado a la pirámide evoca, aquí, la estabilidad en la perfección, creando un encuentro entre la materia y la divinidad. De la misma manera, el encuentro del círculo con la pirámide revela la unidad en la manifestación divina, la totalidad en la armonía espiritual, como mensaje esencial de tolerancia y de respeto.
Y así sucesivamente, sigue asociando las formas de base para, finalmente, transmitir lo esencial sin adornos, pero con fuerza y convicción. Porque de estas formas sencillas, básicas e incoloras, Velásquez saca la más silenciosa de las fuerzas donde el vidrio se hace receptáculo de espiritualidad, de humanidad y de misterio.
El círculo representa, para William Velásquez, la unidad, la armonía del espíritu, la homogeneidad, la totalidad, el movimiento, el cielo y el tiempo. Y cuando éste se transforma en esfera, tomando otra dimensión, el artista lo aproxima al universo, al cosmos, a lo absoluto, a la protección y al horizonte supremo.
El cuadrado surge, para él, como la evocación de la estabilidad, de los cuatro puntos cardinales, de los cuatro elementos, de la base terrestre, de la materia y del espacio. Cuando logra la tercera dimensión con el cubo, el artista lo asocia a la verdad, a la sabiduría, a la perfección y a la eternidad.
El triángulo aparece como evocador de la trinidad, de la divinidad, de la ascensión, del hombre y de la armonía. Cuando éste alcanza la amplitud de una pirámide, simboliza entonces la creación del espacio, de la existencia, del más allá.
William Velásquez
Nacido en Bogotá (Colombia) en 1965, inicia su carrera artística en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá. Al llegar a Francia, al artista se le revela la libertad tanto a nivel artístico como respecto a su manera de vivir. En la Escuela Superior de Artes de Estrasburgo (1987), descubre la libertad de expresión y la posibilidad de desarrollarse artísticamente. También descubre el vidrio como material escultural y rápidamente se dedica a ese material.
Durante su trayectoria, las obras del artista evolucionan, pero sin embargo, siempre guardan esta misma dirección: el análisis y la expresión de las relaciones entre lo material y lo inmaterial, entre lo humano y lo espiritual. Tanto hace algunos años, en el acercamiento lúdico de palabras escondidas en el interior de un sistema especifico, como hoy, en la utilización de formas universales y simbólicas para mostrar su mensaje filantrópico; el artista desea un regreso a los valores fundamentales que forman la base de nuestra humanidad.
Ha participado en exposiciones individuales y colectivas: en Francia, Italia, Alemania, Eslovaquia, Bélgica, Holanda y Republica Checa. En Colombia expuso en 1996, en la Primera Bienal de Vidrio del Centro Colombo-Americano.
Fue galardonado con el Premio a las Artes de Estrasburgo en 1997 y con el Premio Liliane Bettencourt de la Inteligencia de la Mano en 2001. Sus obras se encuentran en las colecciones del Museo de Sars-Poteries (Francia) así que en el Museo de Arte de Karlsruhe (Alemania), y en el Museo de la Colección “Ernsting”en Coesfeld-Lette (Alemania) y en la Colección de la Fundacion Leperlier, Vendenheim (Francia).