Santo Domingo
Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos (atribuido)
Óleo sobre tela
150 x 108cm
Siglo XVII
 
 
Santo Domingo de Guzmán nació en 1170 en Caleruega, España. A temprana edad abandonó su hogar para dedicarse al estudio y se ordenó como sacerdote en 1194. 
 
En sus viajes por Europa, el santo español vivió de cerca los conflictos que generó la oposición entre la Iglesia católica y el catarismo, un movimiento religioso influenciado por el maniqueísmo, según el cual la salvación del alma se lograba a través de una vida de penitencia alejada de lo material.
 
En medio del contexto de la cruzada contra los cátaros, santo Domingo fundó un monasterio de monjas en la ciudad francesa de Prulla y una casa de frailes en Tolosa. A partir de estas fundaciones, surgió la Orden de Predicadores, usualmente conocida como de los dominicos, que fue aprobada por el papa Inocencio III en 1215.
 
La labor de esta orden fue fundamental en los procesos de evangelización que se llevaron a cabo en la América colonial y debido a esto, santo Domingo se convirtió en uno de los santos más venerados y representados en territorio americano.
 
Su iconografía se definió desde el siglo XVI y consiste, como se aprecia en esta imagen atribuida a Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos, en la figura de un hombre con barba corta y tonsura, vestido con el hábito blanco y negro de la orden de los dominicos sobre el que lleva un rosario. En esta representación, el santo aparece con sus atributos tradicionales: un bastón, un ramo de azucenas, un libro y una estrella sobre su frente que, según la leyenda, apareció como consecuencia de un golpe contra la pila mientras era bautizado.