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San Diego de Alcalá 
Anónimo
Madera tallada y policromada
71 x 31x 31cm
Siglo XVII
 
San Diego de Alcalá nació en San Nicolás del Puerto (Sevilla) en 1400, y creció en un ambiente modesto que lo preparó para toda una vida de ascetismo y penitencia. Desde temprana edad, este santo franciscano se consagró como eremita y en la adultez se unió a la Orden de los Frailes Menores de la Observancia en el convento de San Francisco de la Arruzafa, en Córdoba.
 
San Diego nunca se ordenó como sacerdote y se mantuvo a lo largo de su vida como hermano lego, desempeñando toda clase de oficios humildes como portero u hortelano. Hacia 1449, fue enviado como misionero a las Islas Canarias y un año después realizó un peregrinaje a Roma para asistir a la canonización de Bernardino de Siena. Al volver a España, se estableció en el convento de Santa María de Jesús de Alcalá de Henares, lugar en el que adquirió fama por su humildad y caridad con los enfermos y necesitados.
 
San Diego murió el 13 de noviembre de 1463 y se convirtió en uno de los santos más venerados de España. Tanto así, que el rey Felipe II le pidió por la salud de su hijo Carlos, quien sufrió un grave accidente al caer de las escaleras del Palacio Arzobispal.
 
La vida y milagros de este santo, que fue canonizado por el papa Sixto V el 2 de julio de 1588, han sido representados por pintores como Zurbarán, Ribera y Murillo, e incluso el escritor Lope de Vega le dedicó el soneto La verde yedra al tronco asida y el drama San Diego de Alcalá.