Virgen de la leche
Anónimo cuzqueño
Óleo sobre tela
108 x 72 cm
Siglo XVII
 
El evangelio de Mateo señala que un ángel se le apareció en sueños a José, padre adoptivo de Jesús, para pedirle que huyera con su mujer y su hijo hacia Egipto, pues el rey Herodes había ordenado matar a todos los niños menores de dos años nacidos en Belén. En medio de su huida, José, el Niño y la Virgen se toman un descanso en una pequeña gruta en la que ella amamanta al pequeño. Esta parte de la historia es la que se ilustra en esta pintura.
La iconografía que presenta a la Virgen María dando de lactar al pequeño Jesús es tomada de los evangelios apócrifos, y hace su aparición hacia el siglo XIV cuando las narraciones del descanso de la huida a Egipto y la llamada Virgo lactans comienzan a ser difundidas.

Entre los siglos XVI y XVII, este tipo de representaciones se vuelven comunes en la pintura del Renacimiento europeo, especialmente en el contexto de países como Holanda e Italia. En medio de la difusión renacentista, la imagen es traída a América con del proceso de evangelización. Las estampas producidas en Holanda y Bélgica, muchas de las cuales llegaron al Nuevo Mundo, sirvieron a los pintores americanos para copiar este tema.

Algunas representaciones de este tipo fueron producidas localmente en la Nueva Granada colonial, pero en su gran mayoría llegaron del virreinato de Perú o Quito, este es el caso de nuestra pieza del mes, procedente de Cuzco. Es una imagen de la Virgen quien, vestida de azul y rojo como símbolo de la unión entre el cielo y la tierra, sostiene en sus piernas al pequeño Jesús y le da de lactar. Curiosamente, muchas de estas imágenes fueron repintadas en los siglos XVIII y XIX, cuando en medio del cambio en el sistema de valores de la sociedad se decide cubrir el seno expuesto de la Virgen, escena central en este tema pictórico.