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Virgen de Chiquinquirá
Anónimo
Óleo sobre tela
105 x 146 cm
Siglo XVIII
 
La milagrosa imagen de la Virgen del Rosario de Chiquinquirá fue realizada por encargo del español Antonio de Santana, encomendero de Suta, población que para el siglo XVI se encontraba bajo el dominio espiritual de la orden Dominica. El pintor designado para esta tarea fue Alonso de Narváez, quien en 1562 plasmó al temple, sobre una manta de algodón, la figura de la Virgen del Rosario, acompañada de san Antonio de Padua y de san Andrés.
 
El paso del tiempo y las condiciones climáticas se encargaron de oscurecer esta imagen, razón por la cual fue abandonada en la población de Chiquinquirá. Sin embargo, la andaluza María Ramos encontró la maltrecha pintura y adornó con ella el templo de dicho lugar. Esta mujer oraba fervorosamente frente al lienzo, pidiendo que la Virgen se manifestara. Cuenta la leyenda que, atendiendo a estas súplicas, el 26 de diciembre de 1586 la pintura se renovó y levitó, mientras emitía resplandores.
 
Este legendario hecho prodigioso hizo que la imagen de la Virgen de Chiquinquirá adquiriera gran reconocimiento en la Nueva Granada, lo que hizo que funcionara como una poderosa herramienta de evangelización y a la vez como legitimadora del poder de la orden de los Dominicos en territorio neogranadino. La fama de esta milagrosa imagen fue acrecentada por la obra de fray Pedro de Tobar y Buendía, titulada Verdadera histórica relación del origen, manifestación, y prodigiosa renovación por sí misma y milagros de la Imagen de la Sacratísima Virgen María, Madre de Diós, Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, aprobada para su publicación en 1691.
 
Tal fue la importancia de esta imagen, que a lo largo del periodo colonial se hicieron numerosas copias de ella. Este es el caso de la pintura “Virgen de Chiquinquirá” que hace parte de la colección del Museo Colonial de Bogotá. De acuerdo con la iconografía de esta advocación mariana, en el centro y de cuerpo entero, se observa a la Virgen con la cabeza inclinada, vistiendo manto azul con bordes dorados, toca, corona, cetro en su mano derecha y un rosario rojo en la izquierda. La Virgen reposa sobre una luna en cuarto menguante, dos ángeles la acompañan y una aureola rodea la parte superior de su cuerpo. En su mano sostiene al Niño ataviado con manto rosado y corona. A la izquierda de la Madre de Dios se observa la figura de san Antonio de Padua, vestido con una túnica, ceñida con cordón, y con una capucha oscura. El santo sostiene una palma en su mano derecha, mientras que en su izquierda reposa un libro sobre el cual se encuentra una pequeña efigie del Niño Jesús. A la derecha, se aprecia la figura de san Andrés, vestido con túnica rosada y manto rojo con bordes dorados, en su mano derecha, sostiene un libro abierto y en la izquierda, la cruz en aspa que simboliza su martirio.
 
El culto a la Virgen de Chiquinquirá trascendió las fronteras del tiempo, convirtiéndose en una figura central de la piedad popular colombiana que se manifiesta en las peregrinaciones de miles de fieles que, hoy en día, asisten a la basílica chiquinquireña en busca de un milagro. El protagonismo de esta Virgen dentro de la vida nacional es tan grande que incluso figuras históricas de diferentes épocas se ampararon en ella, así, Simón Bolívar le encomendó la campaña libertadora, Marco Fidel Suárez la nombró reina de Colombia y Gustavo Rojas Pinilla la condecoró con la Cruz de Boyacá.