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Pieza del mes - Diciembre 2020 - Museo Colonial

Sillón de presbiterio

Anónimo neogranadino
Madera tallada, policromada y tapizada
111 x 79 x 60 cm
1790 (fechada)


Durante el periodo colonial los elementos de mobiliario se diseñaban pensando en la funcionalidad que estos iban a tener y los lugares que ocuparían en diversos espacios eclesiásticos y civiles. Un ejemplo de lo anterior es este sillón de presbiterio del siglo XVIII. Como su nombre lo indica, se ubicaba en el presbiterio, espacio que precede al altar mayor, y que estaba reservado a los clérigos. Varios de los elementos formales y decorativos presentes en este tipo de muebles se relacionaban con ciertas prácticas devocionales y litúrgicas. Así, libros como El ceremonial Romano de todas las misas daban la normativa sobre los colores o las imágenes que debían utilizarse en estos elementos y el momento del año en que se debían poner.


El estilo de este asiento sigue el modelo barroco de tipo Luis XIV, estilo que se popularizó en Francia a finales del siglo XVII y que fue ampliamente utilizado en los elementos de mobiliario de la centuria siguiente. Lo anterior se observa en la decoración curvilínea presente en los brazos en forma de ‘S’ con relieve terminado en voluta. Lo mismo sucede con las patas delanteras que tras ondular rematan en pie de garra y bola de color verde, características que marcan un contraste con la rectitud de las patas traseras. De igual manera, en el travesaño que da soporte al asiento se observa un relieve central con decoración de motivos fitomorfos.


Si bien todos estos elementos intentan dar una sensación de lujo y refinamiento, algunas cuestiones técnicas en los acabados resultan rústicas. Por ejemplo, a la piel de animal del tapiz no se le removió completamente el pelo; igualmente, el uso del ensamble de espigo pasante resulta bastante notorio, lo que muestra una composición descuidada en los detalles.


De gran valor es el tapizado en damasco rosa con brocados florales en hilos de plata, oro y cobre. Este tapizado conserva las telas originales del sillón, lo que da a esta pieza valor e importancia. Vale la pena señalar que la presencia de tejidos con hilos de plata y oro en elementos eclesiásticos se debe a que para la mentalidad de la época, todo cuanto estuviera dispuesto para las prácticas religiosas debía estar hecho en materiales finos y de alta calidad.


Una de las particularidades de más interés de esta pieza es que conocemos la fecha y el nombre de la persona que la comisionó, pues en uno de los travesaños de la parte posterior central se lee la siguiente inscripción: VII. KAL. JUN. ANN. DOM. 1790”, escrito abreviado en latín que hace referencia a la fecha de comisión de esta pieza y que se traduciría como “7 de junio del año 1790”. De igual manera, en la parte posterior del espaldar se encuentra el nombre del religioso don Ramón González y Vega, quien pagó por este mueble. Gracias a la información que se encuentra en el Archivo General de la Nación (AGN) es posible saber que este clérigo fue cura de Tota y tomó posesión de su cargo el 26 de septiembre de 1790, evento que posiblemente se conmemoró estrenando este sillón.