Pieza del mes de julio - Museo Santa Clara

San Uriel
Anónimo
Óleo sobre tela
138 x 89 cm
Siglo XVII

 

Según el Concilio de Nicea del año 787, los únicos tres arcángeles cuyo culto era admitido por la religión católica eran san Gabriel, san Miguel y san Rafael, desautorizando, entre otros, a san Uriel. Si bien nunca es nombrado en la Biblia, aparece en algunos textos apócrifos como El libro de Henoc, en el que adquiere una gran importancia. 

Llama entonces la atención que un arcángel cuyo culto no está autorizado por la Iglesia Católica se encuentre dentro de la serie de arcángeles de la iglesia de Santa Clara de Bogotá. Fue muy común durante la Edad Media el culto a los ángeles, creando cientos y cientos de nombres solamente agregando el sufijo “EL” que significa “Dios”. Sin embargo, san Juan, en el Libro de las Revelaciones (Apocalipsis), habla de siete ángeles que estarán delante de Dios con siete trompetas. Es a estos siete ángeles a los que se representaba en muchas iglesias. En Colombia sobresalen la serie de arcángeles de la iglesia de Sopó y los de la iglesia de Santa Bárbara en Tunja.
 
San Uriel, cuyo nombre significa fuego de Dios, es el cuarto en la jerarquía de los arcángeles pero el primero delante de Dios. San Uriel sería el ángel que expulsó a Adán y Eva del Paraíso y el encargado de cuidar su entrada, y quien traería el fuego en el momento del Apocalipsis.
Se le suele representar como una figura andrógina y alada, cuyo símbolo es el fuego o una espada flamígera, como en este caso. Aquí se le muestra en un entorno terrenal, ejemplificando esa figura de los ángeles como intermediarios entre Dios y los hombres.
 
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