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San Nicolás de Bari
Anónimo
Siglo XVII
Óleo sobre tela
76 x 71 cm
 
Al llegar las fiestas decembrinas, la imagen de Papá Noel aparece por doquier. Sin embargo, a pesar de su actualidad, el origen de esta figura navideña es bastante remoto y se encuentra relacionado con los primeros tiempos del cristianismo. Este personaje está inspirado en san Nicolás, un obispo nacido en la actual Turquía en el siglo IV.
 
San Nicolás era hijo de una familia adinerada y desde pequeño se mostró muy generoso con los pobres. Sus padres le dejaron una gran herencia que donó a las personas necesitadas y posteriormente ingresó a un monasterio en donde inició una vida religiosa, que estuvo marcada por importantes acontecimientos: el emperador romano Licinio lo encarceló por sus creencias y finalmente recuperó su libertad cuando Constantino decretó el indulto para todos los cristianos perseguidos; asimismo, como férreo defensor del cristianismo, san Nicolás participó en el Concilio de Nicea (326), en el que se enfrentó a la herejía del arrianismo que negaba la divinidad de Cristo.
 
En la pintura se puede ver al santo con las investiduras de obispo, invocando la presencia de Dios para así curar a los tres niños que están dentro de la canasta y que, según la leyenda, fueron gravemente heridos por un criminal.
 
Por su bondad con la niñez, en Europa se popularizó la creencia de que este santo le dejaba obsequios en secreto a los niños todos los 6 de diciembre, día en el que la Iglesia celebra su fiesta. Los inmigrantes holandeses que llegaron a la actual Nueva York difundieron esta creencia y lo apodaron “Santa Claus”. Con el tiempo, esta figura fue perdiendo las características del obispo Nicolás y se convirtió en un anciano de barba blanca tupida, que viste traje rojo y que, de acuerdo con la tradición, es el responsable de entregar los regalos en la noche del 24 de diciembre.