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San Agustín filósofo
Anónimo
Óleo sobre lienzo
87cm x 69 cm
Siglo XVIII
 
San Agustín de Hipona es padre y doctor de la Iglesia católica. Su prolífica obra intelectual, entre la que se encuentran textos de la talla de Las Confesiones, La ciudad de Dios o Comentarios a las Sagradas Escrituras, lo convierten en una figura transcendental no solo del cristianismo, sino también de la filosofía occidental.
San Agustín nació en Tagaste, una ciudad de la actual Argelia, el 13 de noviembre de 354. Su padre era un funcionario romano y su madre, santa Mónica, era una cristiana devota. Estudió Artes Liberales (trívium: dialéctica, retórica y filosofía y quadrívium: aritmética, geometría, música y astronomía) y en 370 se fue a vivir a Cartago, donde tuvo contactos con el maniqueísmo, una doctrina religiosa que se caracterizaba por la creencia en la existencia de dos principios contrarios que luchan entre sí: el bien y el mal.
En 383 partió con destino a Roma, donde obtuvo el puesto de orador en la corte imperial de Milán. En esta ciudad, Agustín asistió a las prédicas del obispo Ambrosio, quien lo acercó a la fe cristiana. Se dice que el 1° de agosto de 386, Agustín escuchó una voz que clamaba: “tolle, lege”, expresión que se puede ver en el trozo de papel que sostiene el santo en la pintura y que traduce: “toma, lee”. Esto lo motivó a leer la “Carta de san Pablo a los romanos”, en la que encuentra la siguientes palabras que finalmente lo llevaron a la conversión:
Como en pleno día, procedamos dignamente: basta de excesos en la comida y en la bebida, basta de lujuria y libertinaje, no más peleas ni envidias. Por el contrario, revístanse del Señor Jesucristo, y no se preocupen por satisfacer los deseos de la carne”.
Romanos 13, 13-14
Luego de este episodio, Agustín fue bautizado por san Ambrosio el 24 de abril de 387, se ordenó sacerdote en 391 y se consagró como obispo cuatro años después en la ciudad de Hipona, actual Argelia, donde murió el 28 de agosto de 430 durante el sitio de los vándalos.
Este retrato data del siglo XVIII. Según indica la cartela, es una copia de una pintura italiana, lo que puede explicar por qué el santo aparece ataviado con ropajes que recuerdan los retratos renacentistas. En la imagen se exalta la faceta de filósofo de san Agustín, así como su devoción cristiana, representada en el trozo de papel que sostiene en la mano izquierda y en el que aparecen las palabras que propiciaron su conversión.