Anónimo
Óleo sobre tela
84 x 64 cm
Siglo XIX
Una de las obras que testimonia los diferentes cambios de la exiglesia de Santa Clara a lo largo de los siglos, así como la multiplicidad de devociones promovidas en este espacio, es un óleo que representa al Sagrado Corazón de Jesús. Dispuesta sobre el muro oriental del presbiterio, en el centro de la pieza aparece Cristo resucitado. A lado y lado, tres querubines rodean su cabeza. Sus manos con estigmas tocan su pecho, enfatizando con este gesto la imagen de su corazón encendido en llamas, que irradia un aura luminosa.
La devoción al Sagrado Corazón surgió en Francia durante el siglo XVII. San Juan Eudes (1601-1680) y santa Margarita María Alacoque (1647-1690) fueron sus primeros difusores, más adelante la orden jesuita hizo posible su expansión. La iconografía con la que se le representa comenzó a configurarse desde finales del siglo XVIII. Esta presenta el corazón de Jesús como símbolo de amor carnal y místico, por lo que ya desde ese siglo fue visto con preocupación por la Iglesia en el Viejo Continente. Fue solo con el pontificado de Pío IX (1792-1878), que se impulsó la devoción al Sagrado Corazón, al declarar en 1856 una fiesta en su honor que debía celebrarse por toda la comunidad cristiana.
En América, la iconografía del Sagrado Corazón de Jesús adquirió mayor fuerza hacia el siglo XIX. En la cultura colombiana decimonónica alcanzó gran importancia llegando a imbuirse incluso de cierta dimensión política. De hecho, hacia el final de la Guerra de los Mil Días (1899-1902), el 22 de junio de 1902, se consagró la República de Colombia a la figura del Sagrado Corazón. El fin de esta guerra trajo la reconciliación y el inicio de la Basílica del Voto Nacional, en Bogotá. Fue el arzobispo Bernardo Herrera Restrepo (1844-1928) quien solicitó al presidente de aquel momento, José Manuel Marroquín (1827-1908), la edificación de esta basílica que se erigió en homenaje al Sagrado Corazón.
Además de la evidente importancia de esta devoción para el país, la presencia de este óleo en el hoy Museo Santa Clara demuestra la incidencia que la congregación masculina de los Corazonistas tuvo en el antiguo templo. Con la Desamortización de Bienes de Manos Muertas de 1861, puesta en marcha por orden del presidente Tomás Cipriano de Mosquera (1798-1878), las religiosas de Santa Clara fueron expulsadas de su convento e iglesia. Los lugares que antes pertenecieron a las clarisas fueron habitados a fines del siglo XIX por los corazonistas, congregación constituida en torno al Sagrado Corazón de Jesús. Así, pues, es altamente probable que fuera ese el momento en que se pintó e instaló esta obra en el lugar que hoy ocupa.