Pieza del mes - Marzo 2021 - Museo Santa Clara
La anunciación
Anónimo
Óleo sobre tela
132 x 103 cm
Siglo XVII
Una de las escenas más representadas y conocidas en la iconografía
cristiana es la de la Anunciación, momento en el que el arcángel Gabriel se aparece
a María para anunciarle que será la madre de Jesús. Al ser uno de los momentos
más importantes en el Nuevo Testamento, su representación ha estado presente
desde los primeros tiempos de la iconografía cristiana estando sujeta a
diversas variaciones, composiciones y estilos.
Por lo general, esta escena suele tener dos variaciones: en la
primera, María está en el jardín, mientras que en la segunda se la presenta en
alguna habitación de su residencia. La pintura del Museo Santa Clara sigue esta
segunda representación, pues elementos como la mesa y el jarrón, que se ubican
en el primer plano, junto con el cortinaje y la ventana del fondo sugieren el
espacio doméstico.
Ahora bien, desde el siglo XIII se estableció una iconografía particular para representar
esta escena. Esta fórmula se consideraba más fiel al Evangelio de san Lucas y
no presentaba rastros de otros textos apócrifos. Por lo general, en este modelo
se presenta a María leyendo un libro en su casa. Según diferentes tratadistas y
autores piadosos, al ser hija única, María habría heredado las propiedades de
sus padres: santa Ana y san Joaquín. En la representación, la lectura de María
se ve interrumpida por la aparición del arcángel, que hace el anuncio del milagroso
embarazo. De esta manera, las imágenes pictóricas quedaban cargadas de un
fuerte sentido dramático y dinámico, pues los dos personajes representan la
gravedad del momento por medio de una serie de acciones y gestos.
Resalta en esta representación el rompimiento de gloria,
representado con las nubes que rodean a los ángeles y al Espíritu Santo. Esta
sección del óleo es señalada por una de las manos de Gabriel, quien en su otra mano
sostiene un lirio, símbolo de la virginidad y pureza de María. Los movimientos
dinámicos de esta parte del óleo contrastan con la posición de sorpresa de la
Virgen, reflejados en sus manos y rostro.