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Anónimo
Óleo sobre tela
91 x 66 cm
Siglo
XVII


Pese a que las representaciones de Cristo en la producción pictórica neogranadina fueron escasas —siendo más frecuentes las figuras de santos y santas como tema compositivo—, estas constituyeron la base del programa religioso cristiano que llegó al Nuevo Continente. En la Nueva Granada fueron centrales las representaciones de la Pasión, con las que se buscaba evocar el sufrimiento de Jesús a través de los padecimientos de su cuerpo y mostrar a la feligresía un individuo digno de imitarse. Entre las escenas más antiguas en las que se representan eventos de la Pasión, encontramos aquella en que Jesús es azotado. Esta escena constituye el motivo central de El Señor atado a la columna y san Pedro, óleo sobre tela del Museo Santa Clara.


La composición muestra la figura de Jesús de pie y semidesnudo, vistiendo únicamente un paño blanco, símbolo de pureza o santidad. Frente a él se distingue una columna de poca altura abultada en la parte inferior a la que está amarrado el Hijo del Hombre de cuello y manos. Envuelve la escena una espesa penumbra, de la que parece emerger el cuerpo iluminado del nazareno, elemento propio de la fórmula representativa de la Contrarreforma. A la izquierda de esta figura central se observa al apóstol Pedro, arrodillado y con las manos en oración.


Aunque los evangelios canónicos y los apócrifos no hacen referencia a la presencia del apóstol durante la flagelación de Jesús dictaminada por Poncio Pilato, este tema se unió muchas veces con el del arrepentimiento del apóstol. Próximo a emprender el camino a Getsemaní, Jesús asegura que Pedro lo negará tres veces, antes de que cante el gallo. El apóstol, pese a no aceptar lo anticipado, niega tres veces consecutivas su cercanía con el nazareno, justo en el momento en que este es sometido a juicio. Es cuando oye el canto del gallo que Pedro, recordando las palabras de su maestro, se da cuenta de su traición y llora amargamente. Conocida también como escena de "las lágrimas de san Pedro", este episodio se refiere a la actitud cobarde del apóstol y a su contrición, que se difundió a partir del siglo XVI para reforzar la doctrina católica posterior al Concilio de Trento, según la cual eran necesarios el arrepentimiento, la confesión de los pecados y la penitencia. El óleo del Santa Clara es, por lo tanto, una representación de sucesos no concurrentes, no solo porque las negaciones de Pedro tienen lugar estando Jesús ausente, sino porque la flagelación ocurrió un día después del arrepentimiento del apóstol.