Adoración de los pastores
Anónimo Centroamericano
Óleo sobre lienzo
55 x 40 cm (imagen)
66 x 55 x 17 cm (retablo)
Siglo XVIII

La escena de la adoración de los pastores se populariza en la iconografía cristiana a partir del siglo XV. Su composición es tomada de la narración bíblica del Evangelio de Lucas en la que se señala que un coro de ángeles anunció a un grupo de pastores el nacimiento de Jesús, tras lo cual dicho grupo se dirigió a ver al Niño, al que encontraron acostado sobre un pesebre acompañado por san José y la Virgen María.

Según algunos historiadores, en el arte religioso se suelen encontrar temas ocultos que develan mensajes iconográficos. En el caso de la adoración de los pastores, el tema oculto es la Pasión de Cristo. Alrededor del siglo XVI tomaron fuerza las ideas de la predestinación, por lo que se pensaba que Jesús ya estaba predestinado a morir en la cruz. Esto se puede evidenciar en algunos atributos iconográficos presentes en esta obra sobre su nacimiento: el buey y el ofrecimiento del cordero como símbolo del sacrificio de Cristo (el “cordero de Dios”), los huevos como símbolo de la resurrección y una pequeña hogaza de pan en el suelo como símbolo de su milagro eucarístico.

En este pequeño retablillo portátil, atribuido a un anónimo centroamericano, se observa a la Virgen llevando al Niño Jesús en sus brazos. A su lado, san José los observa. Frente a ellos, tres pastores vienen a adorar al Niño: uno le ofrece una canasta de huevos, otro le lleva un cordero y un tercero está en adoración. En la parte superior, tres ángeles contemplan la escena. A la izquierda, se ve un buey.

La presencia de animales —generalmente un buey y un burro— en la escena de la adoración de los pastores ha sido bastante controversial, al no tener un sustento en los evangelios canónicos. El papa Benedicto XVI en su libro La infancia de Jesús dijo en 2012 que en el Evangelio no se habla de animales en el pesebre. Sin embargo, afirmó que la figura del pesebre mismo hace pensar en ellos y relacionando algunos pasajes del Antiguo y del Nuevo Testamento (específicamente pasajes de los libros bíblicos de Isaías, Éxodo y de Habacuc en su versión griega) se captó iconográficamente al Niño ubicado entre el buey y el asno como representación de Dios en medio de la humanidad compuesta por gentiles y judíos. El evangelio apócrifo de Pseudo-Mateo también da cuenta de la presencia de un buey y un burro.