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Pieza del mes - Julio 2019 - Museo Santa Clara

Cristo crucificado
Anónimo
Óleo sobre tela
162 x 103
Siglo XVII


Dentro de las imágenes devocionales de la tradición católica, una de las más frecuentes es la relacionada con la muerte de Cristo, especialmente con su Pasión. Durante los siglos XVII y XVIII se prestó especial atención a los episodios más emotivos de este ciclo visual, pues gracias a estas representaciones se buscaba incentivar la devoción, el culto y el aprendizaje de valores fundamentales asociados a esta figura. Es el caso de las representaciones de la crucifixión, momento más emotivo de esta secuencia narrativa, pues en él se sintetiza el valor de Jesús como símbolo de la redención del hombre.


A nivel iconográfico este tema tiene gran cantidad de variaciones, pues es una escena en la cual pueden estar presentes personajes como la Virgen María, san Juan Evangelista o María Magdalena; también es una escena que suele recrearse en ambientes diversos. En el caso de este óleo del Museo Santa Clara, la figura de Cristo se presenta totalmente aislada y sin ningún personaje que lo acompañe. De igual manera, el fondo negro lo aísla de cualquier referencia espacial o temporal, permitiendo así que el interés del espectador se centre en el cuerpo escultórico del crucificado. Es importante señalar que este tipo de elecciones estilísticas fueron bastante comunes en la pintura barroca del mundo hispánico, pues las pinturas, al asemejarse a las esculturas, buscaban generar un mayor impacto visual y realismo que permitieran suscitar empatía en el espectador, considerada entonces como una forma de conocimiento. Así pues, el fondo negro no es un elemento secundario, sino un aspecto que complementa la imagen de dolor y de emotividad del cuerpo moribundo de Jesús.


Una segunda referencia iconográfica presente en esta imagen es la calavera que se encuentra a los pies de la cruz. Dicho elemento, en una primera lectura, hace referencia a la muerte y a las enseñanzas que deja. Una segunda interpretación haría referencia a la leyenda apócrifa del Liber de ortu et obitu patriarcharum, según la cual, el lugar en el que fue enterrada la cruz de Jesús correspondía a la tumba de Adán en el monte Gólgota. Así, al caer la sangre de Cristo a la tierra, esta se derramó primero sobre los restos del primer hombre, perdonando así los pecados de toda la raza humana.